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Sobre Discipulado

A propósito de ... Mujeres SOPHIA (Sabiduría)
La tarea que debemos realizar en los asuntos del Reino de Dios...
''MIENTRAS RECORREMOS EL CAMINO''...


1er Recorrido

JESUCRISTO MURIÓ
POR NUESTROS PECADOS
El Señor Jesucristo dijo a Nicodemo:

"De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo,

no puede ver el reino de Dios" Jn. 3:3 y en Jn.1:12-13 también leemos:

"Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios

los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios."

Es el Espíritu Santo de Dios quien persuade de pecado e induce la voluntad extraviada del ser humano a reconocer la necesidad de volverse a Dios con arrepentimiento y fe. Es en este momento que se produce el nuevo nacimiento.

La gracia de Dios no es un favor divino administrado mágicamente mediante un rito externo, sino el contacto voluntario y directo de cualquier persona que , sintiendo su necesidad, acepta a Jesucristo como su Salvador y Señor e inicia una nueva vida de comunión con Dios, llena de fe y gratitud inextinguibles.


2° Recorrido
Estamos acostumbrados a escuchar en el argot de las iglesias acerca de la 'conversión' haciendo referencia a las personas que recibieron a Cristo como su Señor y Salvador de sus vidas y muchos de ellos se quedan en eso...en conversos...Pero existe una enorme diferencia esencial que ha sido confundida en la práctica y es entre convertidos, cristianos y discípulos.
Jesucristo, al proclamar la Gran Comisión a sus apóstoles les dijo: "
"Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos
los días, hasta el fin del mundo." Mt. 28:19,20 No les dijo "Haced conversos en todas las naciones" y mucho menos "Haced partidarios o afiliados a mi doctrina", sino HACED DISCÍPULOS.

Pero la forma original de hacerlo ha sido olvidada grandemente. Ha faltado en muchos casos el elemento de educación cristiana, y sobre todo el de multiplicación, limitándose a miles y miles de cristianos a serlo y nada más; a cultivar su propia fe dejando la acción práctica de ''ser'' y ''hacer'' discípulos a personas especializadas como pastores o misioneros. Pero ese no fue el mandato de Cristo, ni la práctica de la iglesia en sus orígenes, pues leemos en Hechos 8:4: "Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio", sin distinción alguna pues todo el mundo se sentía discípulo-misionero a la vez

3er. Recorrido
El calificativo de discípulos implica = PROGRESO, CRECIMIENTO y el de misioneros = MULTIPLICACIÓN. La síntesis de estos dos elementos es, por tanto, el mayor privilegio que le puede tocar a un verdadero creyente en Cristo.
 ¿Eres un discípulo de Cristo?
¿Tienes más práctica, más capacidad espiritual, más habilidad para cumplir la voluntad de Dios, a pesar de todas las tendencias de tu vieja naturaleza, este año que el pasado, o que hace tres años, diez o veinte?
Son muchas las lecciones que hay por aprender como discípulos de Cristo mientras recorremos el camino por eso es un privilegio.
  • Un discípulo de la facultad de Medicina, llegará a ser médico.
  • Un discípulo de la facultad de Ingeniería, llegará a ser Ingeniero.
  • Un discípulo de la facultad de Música, llegará a ser músico o cantor.
  • Un discípulo de CRISTO, será un santo, por lejos que esté ahora de serlo.
Ser discípulo es una posición un tanto dura. Significa ser reprendido, amonestado y corregido, pero ¡qué delicioso es en cualquier oficio, arte o empeño cuando empezamos a hacerlo bien!... lo que ayer era difícil, ahora no lo es tanto, y mañana lo será mucho menos.



Cristianismo “beta” en un mundo “beta”
28/06/2011, Luis Marcos Tapia
En el pasado esto se hacía en forma reservada, es decir, era sólo para ciertos usuarios escogidos, quienes probaban el producto, daban sus comentarios, y luego los diseñadores hacían los arreglos pertinentes, para entregar finalmente la versión acabada. El lanzamiento Beta era una prueba o ensayo para luego entregar el producto terminado de óptimas condiciones.
En la actualidad, el lanzamiento beta ya no es un ensayo o una muestra de prueba, sino que reemplaza totalmente al lanzamiento “oficial” del producto. Esto porque el avance en la informática es tan rápido, que un producto sale al mercado un día y al día siguiente ya está obsoleto. Incluso algunas compañías como Google lanzan sus productos a la Web esperando que los usuarios no sólo prueben el producto, sino que lo manejen y le hagan sus propias modificaciones y arreglos. Es lo que se conoce como open-source software (programa de fuente o código abierto) donde el programa nunca está terminado completamente sino que, gracias a los usuarios, está en constante cambio y evolución.
Este concepto de lo Beta se puede ampliar más allá del mundo de la computación. Podemos considerarlo como una nueva manera de vivir, de pensar y de crear, y podemos usarlo para imaginar otro mundo y otro cristianismo. Lo Beta es por naturaleza lo no completo, lo no terminado, lo que espera cambiar y evolucionar. Antes de Beta, un error, un fallo, o un accidente, eran vistos como defectos, como algo negativo, pero ahora podemos considerar que lo inacabado e imperfecto no es necesariamente algo malo en sí. Desde el concepto Beta podemos liberar a nuestro mundo y a nuestro cristianismo del mito de la perfección.
En el libro del Génesis se nos dice que el mundo creado es bueno, lo que no significa necesariamente que es un mundo acabado, completo, perfecto. Al considerar el mundo como un producto Beta podemos entender la creación como comienzo, como aliciente para la creatividad y autonomía del ser humano, de la tierra y de la realidad en general. El problema del ser humano ya no estaría en una caída desde la perfección, a la que se ve arrastrada irremediablemente toda la creación, sino que estaría en la construcción de un proyecto diferente al proyecto de Dios. El proyecto de Dios está encausado hacia la vida plena de toda la creación, el proyecto que el ser humano comenzó a construir se alejó de dicho enfoque y comenzó a caminar hacia la violencia y la muerte. Desde el concepto Beta podemos comprender que ese proyecto divino de vida plena no es algo impuesto y determinado completamente desde el cielo, sino que toma en cuenta la libertad y creatividad de los seres humanos, las distintas situaciones vitales y los contextos culturales y sociales específicos. Dios nos invita a ser nosotros los protagonistas, buscar, con los pies en la tierra y la mirada hacia delante, la vida plena.
Desde el concepto Beta, al mirar el mundo como algo inacabado, podemos entender que el orden de mundo, tanto natural como moral, no es algo fijo y absoluto, sino que es una realidad en constante cambio. Por tanto, nadie puede tener la pretensión de decir que sabe como debe ser el mundo. No hay una política fija, absoluta, divina; tampoco una orientación sexual “normal” ni una concepción de género “natural”; no hay normas morales únicas que nos lleven a un buen vivir; no hay un modelo económico último, perfecto, acabado; no hay una raza “superior”. El mundo ya no se nos impone desde arriba, sino que es un open-source software que Dios nos regaló, que programamos todos juntos, desde abajo, con los pies en la tierra, en el polvo, lejos de un mundo de ideas e ideales.
El concepto Beta también nos ayuda a ver que el cristianismo, tal como el mundo, no es algo acabado y completo. El cristianismo es beta, es decir, no es una doctrina ni un dogma absoluto, tampoco es una moral fija, universal, y eterna. El cristianismo es, concretamente, la vida de personas y comunidades que, animados por la confianza en Dios y en Jesús, intentan poner el amor en el centro de sus relaciones. Por lo mismo, el cristianismo no es una idea absoluta que debe realizarse e imponerse, sino que es una invitación a la búsqueda de una vida distinta, la invitación a soñar que, desde la fe, otro mundo es posible.
El cristianismo se da sólo en comunidades de fe y seguimiento concreto, en iglesias y personas que son imperfectas e inestables. Ya no debemos crear y tratar de sostener falsas expectativas, ya no es necesario que defendamos una santa, inmutable, perfecta y única Iglesia. La Iglesia sólo es real en comunidades de fe locales y diversas, con personas de carne y hueso, con luchas y problemas reales. Esto, al contrario de ser negativo, es algo positivo. Ahora las iglesias se pueden ver a sí mismas como lo que realmente son, la prueba y el ensayo del Reino. No son un fin, no son la plenitud y perfección, no son el Reino, nunca lo serán. Por lo mismo, tampoco es necesario que sigamos considerando que la Biblia es la revelación última, inerrable y perfecta, sino que podemos abrirnos a considerarla como lo que realmente fue, el testimonio de cómo las primeras comunidades cristianas vivieron y construyeron un cristianismo Beta que apuntaba siempre hacia el Reino. La Biblia se dejó como registro de un proceso Beta con el fin de ayudar a los futuros intentos. No es absoluta, nunca tuvo la pretensión de serlo.
Lógicamente las iglesias institucionales, de funcionarios, dogmas y moralinas, no están dispuestas a considerarse como una realidad Beta. Ellas son, y, por lo mismo, buscan imponerse. La realidad es que todas las instituciones, los dogmas y las teologías son Beta, es decir, siempre habrá una versión nueva, que funcione mejor, que las reemplace. Jesús mismo denunció la realidad Beta de la religión judía que se imponía como perfecta y definitiva y que, obviamente, estaba llena de bugs [1]. Jesús expone a todas las religiones y a todos los dioses como realidades Beta. La experiencia de Dios y su voluntad no se puede absolutizar. Como el mismo Jesús lo aprendió gracias a la mujer sirofenicia.
En un cristianismo Beta, en un mundo Beta, dejamos de lado las certezas y caminamos en la confianza. Abrazamos la paradoja de la fe y el misterio de la realidad respirando tranquilos, somos cristianos Beta y seres humanos Beta, sólo estamos aprendiendo. Somos libres para crear, no importando si el resultado no es perfecto. Somos libres para volver a soñar y creer en otro cristianismo y otro mundo.


[1] “Bug” es el término inglés que se utiliza para hacer referencia a un fallo o deficiencia de un programa de computador (software).
[2] Artículo publicado originalmente en la revista Pastoral Popular Nº322 editada por el Centro Ecuménico Diego de Medellín (http://www.diegodemedellin.cl). Este pequeño escrito se debe a la invitación hecha por Philip Clayton a pensar en una teología y una iglesia después de Google.
[3] Luis Marcos Tapia es Pastor Bautista, Profesor de Filosofía e Investigador del Centro Ecuménico Diego de Medellín en Santiago de Chile.


                   

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